12 vestigios evolutivos ¡en tu cuerpo!

¿Hay evidencias de nuestros ancestros no-humanos en nuestros cuerpos actuales? Conoce 12 de estos vestigios evolutivos.

Se llaman “vestigios evolutivos” a partes del cuerpo o funciones que les eran útiles a nuestros antepasados remotos, pero a nosotros ya no. Te presentamos doce de los más llamativos

1. El “tercer párpado”.

¿Has notado que en la esquina interna de tu ojo hay una pielecita? Se llama “Repliegue semilunar” y nos ayuda a mantener humectado el ojo. Otros animales, como los reptiles, aves y anfibios lo tienen más desarrollado. Es un párpado horizontal transparente que se llama “membrana nictitante”: gracias a él los halcones pueden volar a 280 kilómetros por hora y seguir viendo sin que se les meta una basurita en el ojo. Los humanos conservamos la membrana y los músculos que la mueven, pero ya no los usamos. 

2. Las orejas móviles.

Hablando de músculos, aún conservamos los que permiten mover las orejas, como lo hacen los gatos y otros animales para localizar con precisión fuentes de sonido, pero sólo unos cuantos humanos privilegiados pueden moverlas y ser el alma de fiestas y reuniones. Aquí tenemos al papá del guionista haciendo una demostración. ¿tú puedes?

3. Orejas puntiagudas.

Muchas personas tienen una bolita o una punta en una o las dos orejas. Se llama “tubérculo de Darwin” (aunque Darwin lo llamaba “Punta de Woolner”, por un escultor amigo suyo que la representó en uno de sus trabajos). Este detalle no cumple ninguna función: es un remanente de las orejas puntiagudas de nuestros ancestros animales.

4. Piel de gallina.

La piel se nos eriza cuando hace frío o en una situación emocionalmente fuerte. Se llama “piloerección” A los animales con más pelo les permite conservar el calor o parecer más grandes. A nosotros no nos sirve de nada, pero de todas maneras se nos pone la “piel chinita”. Tenemos un video que habla más de eso.

5. Pezones extra.

Otros mamíferos no tienen uno, sino varios pares de glándulas mamarias. Aunque los humanos generalmente tienen dos pezones, algunas personas nacen con vestigios de pezones extra. Y no son pocas: se estima que le sucede a 1 de cada 18 personas. Seguramente conoces a alguien con esta característica, aunque no lo sepas.

6. Muela del juicio.

La dieta de nuestros ancestros primates incluía más plantas fibrosas, y su higiene dental no era la mejor, por lo que tener cuatro muelas de repuesto seguramente les venía muy bien. A nosotros, que tenemos las mandíbulas más chicas, por lo regular sólo nos causan dolores de cabeza…. bueno, dolores de muelas.

7. Apéndice.

Nuestros ancestros herbívoros tienen órganos en el aparato digestivo que les permiten procesar celulosa, la “fibra” de las plantas. Al parecer, el apéndice humano es un vestigio de uno de estos órganos. Aunque se creía que no servía para nada, estudios recientes indican que ayuda a regenerar la flora intestinal si esta se destruye. Como se inflama fácilmente y a mucha gente se lo han extirpado sin mayores consecuencias, sigue siendo un enigma si es un vestigio o un órgano útil.

8. Brazos de simio.

Tócate el dedo meñique con el pulgar. Si se te marca un tendón en la parte interna de la muñeca, has descubierto el músculo Palmaris Longus. El 14 por ciento de la gente no lo tiene, y no le hace falta. Pero a nuestros antepasados que trepaban árboles les daba mejor agarre. Actualmente, si es necesario reemplazarte un tendón, puede que el cirujano lo tome de aquí.

9. Pies de simio.

Otro músculo que no tiene utilidad está en la planta del pie. Les servía a nuestros ancestros que tenían el pulgar del pie oponible y podían agarrar cosas. A nosotros sólo nos sirve para que nos dé un calambre de vez en cuando. El 10% de la población ya no lo tiene. Por otro lado, según un estudio hecho en Boston,1 de cada 13 personas todavía puede doblar el pie como otros homínidos.

10. Branquias.

¿Sabías que tuviste branquias antes de nacer? Todos los vertebrados pasamos por etapas embrionarias similares. A las cuatro semanas de gestación se forman estos “arcos branquiales” que, en los peces se convierten en órganos para respirar, y en los humanos forman diferentes estructuras del cráneo.

11. Cola.

Sí. También tuviste cola antes de nacer.  Al ir desarrollándote, a las 7 semanas, la cola se redujo y desapareció. Sólo quedó el coxis, el último huesito de la columna vertebral. De vez en cuando nacen bebés con ese complemento, pero normalmente los operan y hacen su vida como los demás.

12. Manos de simio.

Si has puesto un dedo en la mano de un bebé, te darás cuenta de que aprietan con bastante fuerza. De hecho, si lo levantas, el bebé puede sostener su propio peso. Esto se llama “reflejo de prensión”. La explicación es que, nuestras tatarabuelas peludas llevaban a sus hijos prendidos a ellas, justo como los simios actuales. El pelo desapareció, pero se quedó el reflejo. Los bebés lo tiene ¡hasta en los pies! Fíjate en sus deditos la próxima vez que veas un chiquito menor de seis meses.

Estas son evidencias de que no fuimos diseñados desde cero, sino que nuestras características actuales son resultado de sucesivas adaptaciones… En un futuro lejano nuestra especie tendrá otras características, y quizá quedarán vestigios de órganos actuales que entonces serán inútiles.

¡CuriosaMente!

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