¿Por qué existe la CONCIENCIA?

¿Cómo se que yo soy yo? ¿Quién es el ser que percibe los estímulos procesados por el cerebro? ¿Podemos demostrar que los demás son seres conscientes? ¿QUÉ ES LA CONCIENCIA?

Definición

¿Es posible definir qué es eso a lo que llamamos “conciencia”? Una definición religiosa, diría que la conciencia es esa parte de nuestra mente que nos felicita cuando estamos haciendo algo bueno o nos regaña cuando hacemos algo malo. Platón decía que la conciencia es la relación del alma con ella misma. Otras definiciones nos dicen que es la capacidad de darnos cuenta de que somos, de saber que yo soy yo. O sea: de tener una experiencia subjetiva…  Es algo tan cercano que todos la experimentamos,  y al mismo tiempo es un fenómeno misterioso y difícil de explicar… 

Experiencia subjetiva

Para el filósofo David Chalmers la conciencia plantea uno de los problemas más desconcertantes para la ciencia. Una parte son cuestiones relativamente fáciles de observar y analizar. Por ejemplo, la habilidad de percibir, procesar y reaccionar a los estímulos; la capacidad de enfocar la atención o de controlar la conducta, o incluso de percibir y reportar estados mentales. Estos procesos, aunque complejos, se pueden estudiar desde el campo de la psicología y la neurología. Son conductas y procesos que se pueden observar de manera objetiva, por ejemplo, viendo qué partes del cerebro se activan cuando estamos en diferentes estados de conciencia. Pero el problema difícil es la experiencia subjetiva. 

Imagina un autómata. Los  pensadores le llaman “el zombie filosófico”. Este autómata es capaz de detectar estímulos, procesarlos, y generar una conducta. Por ejemplo, si acerca su mano al fuego, una serie de mecanismos detectan el calor y activan otros mecanismos que retiran la mano del fuego. Hasta se puede programar para que diga “auch” y ponga cara de dolor. Pero ninguna de esas conductas demuestran que tenga conciencia: la subjetividad no se puede observar. De hecho, mi conciencia es la única que puedo experimentar. Es imposible demostrar empíricamente que los demás son conscientes y no meros “zombies filosóficos”. Lo único que podemos hacer es  inferir que, como los demás son semejantes a mí, probablemente también experimentan su propio ser como yo a mí mismo.

 Este “problema difícil” lo examina Thomas Nagel al preguntarse “¿Cómo es ser un murciélago?”. Los quirópteros son mamíferos, como nosotros, y varios de sus sentidos son similares a los nuestros. Pero tienen un “sonar” con el que pueden percibir los objetos a su alrededor mediante el oído. Podemos estudiar cómo funciona el sonar, pero no podemos saber cómo lo percibe el murciélago ¿como una imagen? ¿como una sensación táctil? Sólo se nos ocurren símiles con nuestros propios sentidos. ¿Cómo percibirá el mundo un perro que distingue miles de olores más que nosotros? ¿O un pulpo cuyos brazos tienen “mentes independientes”? Sin ir tan lejos: mi vecino, que tiene diferentes genes y experiencias que yo ¿percibirá los mismos colores y sonidos que yo?

El filósofo chileno Francisco Varela ha contribuido al desarrollo de la “neurofenomenología”, un programa de investigación que combina la filosofía y la neurociencia para contestar estas preguntas.

¿Por qué el flujo de percepciones y conductas conlleva una conciencia subjetiva?

Una posible respuesta es que la conciencia no existe: es una mera ilusión. Somos zombies filosóficos y estamos programados para hacernos preguntas sin respuesta como ¿quién soy?

Pero ¡resulta tan evidente que tenemos conciencia! Puede ser que la conciencia sea un fenómeno que emerge de las interacciones de la materia. Pero Chalmers ha propuesto que sea tan fundamental al universo como la gravedad o las otras fuerzas fundamentales, que no se pueden descomponer en componentes más básicos. ¿Será por eso que, según ciertas interpretaciones de la mecánica cuántica, la conciencia puede “colapsar” la función de onda? ¡Hasta ahora es mera especulación! Pero suena intrigante ¿no?

Chalmers ofrece otra hipótesis: todo es consciente. No hay “zombies filosóficos”: si un sistema es capaz de reaccionar a su entorno, tiene cierto grado de conciencia: los animales, las plantas, los robots… hasta las bacterias y las partículas subatómicas. El neurocientífico Giulio Tononi desarrolló la teoría de la información integrada, que vincula el grado de procesamiento de información de un sistema con los “qualia” o cualidades subjetivas de la experiencia como la “rojez” del rojo o lo “doloroso” del dolor. Un ser humano tendría mayor capacidad de procesamiento y mayor conciencia que una amiba, pero ningún sistema estaría en “ceros”.  En nuestra cultura occidentalizada, donde el ser humano busca distinguirse del resto de la naturaleza, esto puede sonar raro, pero para otras culturas puede que no lo sea tanto…

Es el caso de las culturas vinculadas al budismo, por ejemplo, donde, más que mirar a la realidad externa, se han orientado a mirar a la realidad interior. Por eso distinguen varios conceptos de conciencia. Y su entrenamiento en meditación les permite lograr estados de conciencia que han sido estudiados por neurocientíficos. En estos estudios se ha descubierto la “Red Neuronal por defecto”, que es un sistema en el cerebro que podría estar muy relacionado con el fenómeno de la conciencia

¡CuriosaMente!

Créditos

Categorías

Etiquetas

Otros videos

Separador Morado