¿Por qué los personajes de anime tienen los ojos tan grandes?

Hay una tendencia a dibujar los ojos de los personajes de anime (y los de Disney también) cada vez más grandes. ¿Qué tiene que ver esto con los animales tiernos y la evolución humana? La neotenia es la explicación.

La primera vez que miras una animación japonesa, o “ánime”, lo que más llama la atención son esos ojos enormes que suelen caracterizar a sus personajes… la razón de que sean de ese tamaño es más interesante de lo que te imaginas…

Origen

Los primeros cómics y dibujos animados japoneses no tenían los ojos grandes. Fue hasta principios de los años 50 cuando un dibujante y animador llamado Osamu Tezuka vino a revolucionar todo. Además de que usó un lenguaje más cinematográfico y dinámico en sus obras y estableció muchos de los géneros que siguen vigentes en series actuales. ¿De dónde salieron esos ojotes? Sucede que el mangaka japonés estaba ob-se-sio-na-do con Disney ¡Había visto Bambi más de 80 veces! Y le encantaba la estética y expresividad de las proporciones de esos personajes. 

Neotenia

Pero ¿por qué resultan tan “kawaii”, tan lindas, esas formas?

Tiene que ver con un fenómeno llamado neotenia. 

La mayor parte de los animales, especialmente los mamíferos, tenemos proporciones diferentes en diferentes etapas de la vida. No sólo cambia el tamaño, sino que diferentes partes del cuerpo crecen a diferentes ritmos.

Cuando estamos pequeños nuestra cabeza es muy grande en relación con nuestro cuerpo: el cráneo de un bebé ya mide la mitad de lo que medirá siendo adulto. Pero el  cuerpo en su totalidad todavía crecerá el triple o más.

Los ojos de un adulto están posicionados aproximadamente a la mitad de su cabeza. Los de un niño pequeño, un poco más abajo.

Además, los ojos de un niño ya son un 70% del tamaño que serán cuando sea grande: significa que son grandes en comparación con su cabeza.

Esto es similar en muchos animales: fácilmente distinguimos un gato bebé de uno adulto, o un conejito de su papá. Y no sólo los distinguimos, sino que nos provocan una respuesta diferente… nos dan... ternura. Hummm… 

Hace más de 30 mil años, los seres humanos adoptaron lobos que se acercaban a comer los restos de los campamentos. Quizá los primeros lobos adoptados fueron cachorros, que daban ternura y no significaban un riesgo para la tribu. Cuando criaban a estos lobos, los humanos del neolítico reproducían más a aquellos que tenían características deseables: que fueran menos agresivos, más juguetones y que aceptaran el liderazgo de las personas. En resumen: favorecieron a los que retenían más cualidades de cachorros. Así se formó una nueva especie: el perro. A la retención de cualidades juveniles en adultos se le llama neotenia. Los perros son la versión neoténica de los lobos.

El genetista ruso Dmitry Belyayev ha replicado este proceso criando zorros y reproduciendo a los más amistosos. Después de muchas generaciones ha obtenido zorros que no sólo agitan la cola y lamen a los humanos, sino con apariencia diferente: piel moteada y cola curvada, por ejemplo. 

Si ves el rostro de un simio, digamos, un chimpancé, verás que los humanos tenemos características similares, pero también diferencias: nuestra mandíbula es mucho menos pronunciada, y nuestro cráneo más grande… nos parecemos más a… ¡un niño chimpancé! La neotenia tuvo un papel importante en nuestra evolución: no sólo definió nuestra apariencia, sino que hizo que tuviéramos una “infancia extendida” que permitió un desarrollo lento del cerebro que, al llegar a la adultez, tiene más conexiones sinápticas que los de otros simios. Además, nos da más tiempo de seguir aprendiendo. Otra consecuencia es que, como nuestros primos los bonobos, somos más propensos a resolver conflictos con interacciones sociales que con violencia directa, como los chimpancés. Lo más probable es que la selección sexual haya jugado un papel importante: al parecer, a lo largo de la historia los humanos hemos preferido parejas que conservan más los rasgos juveniles.

¿Y todo esto qué tiene que ver con el ánime?

La psicóloga Caroline F. Keating hizo un estudio en el que demostró que los rostros con características neoténicas provocan reacciones de empatía, de querer ayudar o proteger a esa persona. Las proporciones “de bebé” de Bambi probablemente contribuyeron a su éxito. El estilo conmovió a Tezuka, quien a su vez lo aplicó a sus propios personajes. ¡Y fueron un éxito en Japón! Los personajes del manga y la animación japonesa tienen todas las características neoténicas: cabezas grandes, ojos enormes, y bocas y narices pequeñitas. Por cierto: se considera que las etnias de asia oriental tienen más rasgos neoténicos que las de otras partes del mundo. 

El “estilo ánime” se volvió tan popular que ya le dio toda la vuelta al mundo, y ahora ha influenciado a las mismas producciones de Disney: si bien las primeras princesas tenían proporciones más realistas, las de las películas más recientes ¡son cada vez más neoténicas!

¡CuriosaMente! 


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