¿Por que nos da comezón?
Prurito, comezón, rascazón... ¿por qué tenemos esta sensación tan curiosa? Descubramos las razones neurológicas y evolutivas...
Mecanismo
Un pequeño insecto se para en tu piel y la muerde. Esto irrita a un mastocito, una célula del sistema inmunitario, y libera histamina. La histamina activa a ciertos nervios llamados fibras-C, parecidos a los nervios que conducen la sensación de dolor, pero mucho más lentos. Las neuronas de las fibras-C liberan un péptido llamado CGRP que dilata los vasos sangíneos cercanos. Además, cada neurona se comunica con la siguiente intercambiando neurotransmisores, como la histamina, y receptores como el TRPV1 y la Braquidinina. Recorriendo la vía espinotalámica, tus nervios llevan la señal hasta tu espina dorsal y suben hasta llegar a la parte central de tu cerebro: el tálamo. De alguna manera el tálamo convence a tu corteza cerebral de que hay que hacer algo sin pensar mucho. La corteza manda la orden a través de otros nervios y hasta los músculos de tu brazo y tu mano, que se mueven de acuerdo a cómo lo requiere la situación... te rascas la nalga. Retiras al insecto y recibes una descarga placentera de serotonina. Sonríes.
Aunque todavía se está estudiando y hay partes desconocidas del proceso, este es, de manera simplificada, es el mecanismo que describe la producción de comezón y las ganas de rascarse. Pero no toda las comezones tienen las mismas causas...
¿Cuándo surgió?
Este fenómeno sensorial, llamado también picazón, picor, rascazón o, más propiamente “Prurito”, tiene un origen evolutivo. ¿Alguna vez haz visto a un pez rascarse? Bueno, no porque no tienen manos. Pero además tienen escamas que los protegen de los parásitos externos. Y aún si tuvieran parásitos, de nada les serviría tener comezón, ¡porque no tienen manos! Al parecer la comezón apareció después en la evolución: las aves y los mamíferos podemos regular nuestra temperatura con plumas o pelo, pero la piel queda vulnerable ante los insectos porque no tenemos armadura protectora. La gran ventaja: podemos rascarnos.
Función
Una de las funciones de la comezón es la de librarnos de objetos que nos podrían dañar: partículas de tierra, fibras o parásitos que se hayan quedado incrustados en nuestra piel. Un estudio del Centro para el Estudio de la Comezón de Missouri ha encontrado que la parte del cuerpo que más rico sentimos al rascarnos son ¡los tobillos! Probablemente porque esa parte, al estar más cerca del suelo, está más expuesta a bichos, tierra y otros irritantes.
A pesar de ser un fenómeno que afecta a toda la humanidad, la comezón ha sido poco investigada. Hasta hace poco se pensaba que era una forma atenuada de dolor. Hoy sabemos que, aunque son fenómenos relacionados, siguen procesos diferentes.
¿Por qué es tan difícil de localizar?
Los receptores de dolor en nuestra piel están separados en promedio por sólo un milímetro, mientras que cada terminal de comezón puede abarcar ¡hasta cinco centímetros! Esta falta de precisión es la que hace que la fuente de la comezón sea tan difícil de localizar “Un poco a la derecha, no, no, más arribita, sí, más a la izquierdita… ¡Ahí! ¡ahhhhh!”
Causas
A veces la comezón no es causada por una irritación externa. Hay ocasiones que una alergia detecta como peligrosa alguna sustancia inofensiva y detona la acción de la histamina, causando una molesta picazón que no se quita rascándose. Por eso con frecuencia los médicos recetan antihistamínicos.
Pero a veces esa comezón que no se quita sí la causa un agente dañino. Por ejemplo, un virus como el de la varicela provoca la comezón porque así le ayudas a abrir las ronchitas y puede propagarse por todos lados para contagiar a más gente.
Otro tipo de comezón tiene un origen puramente mental. Si entras a un cuarto donde ves que la gente se está rascando ¡también te dan ganas de rascarte! Es contagioso, como el bostezo. En un experimento, a unos ratones les pusieron un video de otros ratones que se rascaban ¡y a ellos también les dio comezón! Por cierto, los experimentos con ratones revelaron que un órgano en el cerebro se activa cuando hay esta comezón contagiosa: el núcleo supraquiasmático, que se pensaba que sólo regulaba los ciclos de sueño.
A veces el sólo oír hablar de picazón hace que te dé a tí también ¿Cuántas veces te has rascado desde que empezaste a leer? Lo peor es que los científicos ¡no saben por qué pasa esto! A mí, por ejemplo, si me piden que me quede quieto por mucho tiempo, de inmediato comienzo a sentir las ganas de rascarme. ¿No te ha pasado que te pones, por ejemplo, unos guantes para lavar los platos, y justo entonces te pica la nariz? ¡Y no sabemos por qué!
A veces nos rascamos la cabeza cuando tenemos algo que nos preocupa. Algunos investigadores especulan que esto se debe a que la frustración nos hace levantar las manos, como para defendernos o atacar, pero como no hay un enemigo enfrente, mejor hacemos contacto con nuestro cuero cabelludo. Otros piensan que lo hacemos como una especie de consuelo ante la frustración: el rascarnos libera serotonina y nos da un placer similar al de recibir un “chiqueo”, o unas palmaditas en la espalda.
¡CuriosaMente!