¿Por qué nos vamos de vacaciones?

¿Las vacaciones son un lujo o cumplen una función biológica?

¡Auhhh! ¡Qué cansancio! Nos merecemos unas vacaciones.

En la antigüedad

Los días de descanso han existido desde la antigüedad… pero sólo para los ricos. Los emperadores romanos se construían villas en el campo, como la que Adriano se construyó en la fresca Tívoli para escapar del calor de la ciudad durante el verano. Por cierto: la palabra vacación viene del latín “vacans”, que significa “vaciar”... estar libre o desocupado.

En la Edad Media existían los “días de guardar”: lapsos en los que todos suspendían el trabajo para recogerse en sus casas a rezar ¡pero nada de salir a divertirse! De esos “días santos” viene la palabra holiday que significa vacación en inglés. Y sólo los nobles y el alto clero podían irse de paseo: se construían lujosas residencias de placer en el campo. Fortificadas, por supuesto, no vaya a ser... 

La idea de salir de viaje en las vacaciones se originó en el siglo XVII. En la Europa de ese entonces se empezó a acostumbrar que al cumplir los 21 años los nobles, especialmente los británicos, hicieran una “gran gira”, un “grand tour” para conocer las maravillas de la cultura grecolatina y renacentista. Durante varios meses ¡o hasta años!, visitaban muchos lugares, incluyendo París, Roma, Venecia y partes de Suiza, Alemania y España, para divertirse y cultivarse al mismo tiempo. A estos viajeros del “tour” se les empezó a llamar “tourists”... turistas. 

Al llegar la revolución industrial, las fábricas tenían a los trabajadores en pésimas condiciones, trabajando 16 horas diarias 6 días a la semana. ¡Y olvídate de las vacaciones! Los trabajadores formaron sindicatos para exigir mejores salarios, menos horas por semana y, por fin, hasta 1936, lograron que el derecho a tener dos semanas de vacaciones pagadas al año. Esas primeras vacaciones para los trabajadores franceses las retrató Henri Cartier-Bresson.

Y es que ¡necesitamos vacaciones!

Tener vacaciones es tan importante como comer o dormir, aunque no lo creas ¡es una necesidad! Estamos inmersos en una sociedad donde todo pasa muy rápido y se nos exige demasiado: la escuela, el trabajo, los quehaceres diarios y aunque no lo creas el uso excesivo de redes sociales y pantallas, también pueden resultar estresantes para tu cerebro; y cuando sube tu estrés, se libera en tu cuerpo una hormona llamada cortisol que te puede generar cansancio, debilidad, cambios de humor, disminuye tu memoria, tu creatividad y hasta puede ser la culpable de que subas de peso y te veas más grande de lo que realmente eres. Aún así, si no le das a tu cerebro unas vacaciones, puedes llegar a experimentar lo que se conoce como el síndrome de Burnout, o sea un punto en el que literalmente estás fundido en respuesta al estrés crónico y en donde puedes llegar a padecer otros trastornos como la depresión, la ansiedad, cambios en tu auto percepción además del cansancio físico y mental.

El estar agotado no sólo te lleva a ser más impaciente y tomar peores decisiones, sino de plano a enfermarte. Varias investigaciones, como el  Estudio Framingham del Corazón y otro de la Universidad de Pittsburg mostraron que las personas con menos vacaciones tenían más posibilidades de padecer afecciones cardiacas. ¡Y que tener más vacaciones se correlaciona con vivir más tiempo!

Cuando no nos vamos de vacaciones nos podemos enfermar del corazón pero también somos más propensos a sufrir un accidente cerebrovascular.

¿Qué pasa cuando nos vamos de vacaciones?

Es más, ¡desde antes! Tiene un efecto muy positivo en nuestro humor el simple hecho de saber que nos iremos de vacaciones. Desde que comenzamos a planearlas nos empezamos a ilusionar, a emocionarnos y a sentimos felices.

Y cuando al fin estamos de vacaciones, ahora sí nos vamos a poder recuperar de todos los daños que te pudo causar el cortisol, tu cerebro se va a sentir mucho más estimulado al ver tantas cosas nuevas lo que hará que te vuelvas mucho más creativo, en este lapso le vas a poder decir adiós a tus preocupaciones, a tu falta de sueño, a tu depresión y hasta a tus enfermedades pues irnos de vacaciones ¡puede mejorar tus defensas contra virus y bacterias!. Y tu energía tanto física como mental van a incrementarse a tal punto que hasta podrías ser capaz de aprender cosas nuevas mucho más rápido.

En fin, irnos de vacaciones nos provoca que liberemos endorfinas, dopamina y serotonina, tres neurotransmisores que nos van a llenar de sensaciones placenteras y por lo tanto sentirnos plenos y muy felices!

Y ojo… estar de vacaciones no es lo mismo que dormirte o no hacer nada en todo el día, pues todo esto se activa con la aventura, así que anímate a hacer y conocer cosas nuevas!

¡Las vacaciones incluso aumentan tu productividad! Una firma contable calculó que por cada 10 horas de vacaciones, la productividad de los empleados aumentaba hasta un 8 por ciento. Entonces, para volver más saludables, creativos y productivos ¡nos vamos de vacaciones! ¡Tú también aprovecha para descansar, recrearte y compartir el cariño de tus seres queridos!

¡CuriosaMente!

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