¿Por qué te da calor cuando el aire está a la misma temperatura que tu cuerpo?

La normotermia, o temperatura normal del cuerpo humano es de 36.8 grados Celsius y puede variar entre los 36.4 y los 37.2 por varios factores. Nuestro cuerpo está adaptado para trabajar a esta temperatura y es perfecta para evitar el crecimiento de bacterias y hongos.

Pero, si ésta es nuestra temperatura óptima ¿no deberíamos sentirnos cómodos cuando el clima está entre  36 y 37 grados Celsius? ¿Por qué cuando el ambiente está a esa temperatura sudamos profusamente, estamos de mal humor y acalorados? ¡No parece tener sentido!

Segunda ley de la termodinámica

Por ahí de los años 1800 el francés Sadi Carnot se preguntó sobre el funcionamiento de las máquinas de vapor. Él veía cómo sus enemigos, los ingleses, tenían máquinas más eficientes y se puso a estudiar por qué. Descubrió que para aumentar la eficiencia de una máquina era necesario reducir la pérdida de calor (aunque siempre hay algo de pérdida) y dedujo que la eficiencia de un motor no dependía de si se usaba aire o agua, sino de la temperatura interna del motor.

Con estas ideas en mente, Rudolf Clausius observó que en las máquinas; el calor no puede pasar de un cuerpo más frío a uno más caliente.

Las observaciones de Carnot y de Clausius sentaron bases de la segunda ley de la termodinámica, que define la dirección de ciertos procesos, en este caso: que el calor se transfiere siempre al frío. 

Transferencia de calor

La transferencia de calor es así: Imagina que dentro de tu casa hace frío. Si tocas una puerta que no esté expuesta a la luz solar, la manija de metal de la puerta  parecerá más fría que la madera. Si ambos materiales están a temperatura ambiente ¿Por qué se sienten diferente? Nuestro cuerpo tiene termorreceptores que, aunque no son capaces de decir la temperatura como un termómetro, sí son muy buenos para detectar los cambios de temperatura. Esto nos permite identificar cuando estamos ganando o perdiendo calor. El metal es un muy buen conductor de calor y al tocar la manija sientes  cómo estás perdiendo rápidamente tu calor y transfiriendólo a la manija. 

Ahora imagínate que estás dentro de un sauna que está a una temperatura mucho mayor que tu temperatura corporal. El sauna tiene una puerta que no está expuesta a la luz solar, pero a alguien se le ocurrió poner la puerta con una manija de metal. Al salir ¡auch! El metal te transferirá el calor tan rápido que quemará tu mano.

Primera ley de la termodinámica

Nuestro cuerpo es como una máquina que trabaja constantemente. Para que funcione transforma combustible, en este caso la comida, en energía. Como cualquier máquina, nuestro cuerpo no es 100% eficiente: sólo un 25% de lo que comemos se convierte en energía. Suena poco, pero un carro de combustión interna tiene una eficiencia de alrededor del 20%. Y como bien lo dice la primera ley de la termodinámica, el resto de la energía no desaparece así nomás, sino que se desprende como subproducto en forma de calor. Nuestro metabolismo genera el calor equivalente a un foco de 100 watts y es necesario deshacernos de ese calor.

Un carro tiene un ventilador para no sobrecalentarse, nuestro cuerpo se las arregla de otras formas. Los vasos sanguíneos están cerca de la superficie de la piel para transferir calor al medio, también liberamos calor a través de nuestra exhalación y cuando hace mucho calor nuestros vasos se dilatan para que más sangre pueda enfriarse: por eso nos ponemos chapeteados en un día caluroso. Y claro, también sudamos. El sudor permite que el calor fluya de nuestro cuerpo al líquido y luego que éste se evapore.  

Bueno y ¿por qué sentimos calor a 36 grados Celsius?

Pues como el medio ambiente está a la misma temperatura no podemos transferir el calor de nuestro cuerpo al ambiente, el calor se acumula en nuestro cuerpo y nos sobrecalentamos. Conforme el ambiente se vuelve más caluroso nuestro cuerpo recibe calor del medio y nos da más calor. Lo contrario sucede con el frío, nuestro cuerpo transfiere mucho calor al medio y nuestro cuerpo se enfría.

Además, solo nuestro interior está a 36.8 grados Celsius, la piel suele estar a una temperatura menor, oscilando entre los 33.5 y 36 grados. Si el medio está a 36, casi 37 grados sentirás calor, porque tu piel está acostumbrada a una menor temperatura. La nariz, dedos, orejas y partes cercanas a venas también son más frescas. La boca, las axilas, el recto y (de manera no tan precisa) la cabeza, reflejan mejor la temperatura interna por eso estos lugares se usan para tomar la temperatura y no tiene ningún sentido tomar la temperatura en la mano. 

¿Y no te ha pasado que en algunos lugares sientes más calor que en otros, aunque estés a la misma temperatura? Cuando hay mucha humedad es más difícil que nuestro sudor se evapore, así que terminamos empapados en sudor y con mucho calor. Cuando no hay tanta humedad el sudor sí se evapora y nos sentimos más frescos.

La temperatura y humedad más cómoda es alrededor de los 21 grados Celsius y entre 35 y 50% de humedad. Aunque para dormir, estudios han visto que una temperatura más baja, de 15 grados Celsius es mejor. 

¿Y qué pasa si no podemos transferir nuestro calor al medio?

Cuando tu cuerpo llega a los 42 grados Celsius las proteínas comienzan a desnaturalizarse, o sea, comienzan a perder su forma y ya no funcionan correctamente, sin proteínas que funcionen, las células comienzan a morir.

También puede pasar lo contrario: cuando tu cuerpo transfiere demasiado calor al medio y te da hipotermia. Si la temperatura corporal baja más de 35 grados Celsius el corazón falla y la sangre deja de circular.

Reducir o aumentar la temperatura de forma controlada puede ser beneficioso. Por eso las aguas termales y sobre todo las duchas frías pueden ser muy saludables: son un excelente ejercicio para tu sistema cardiovascular e inmunológico. La crioterapia se suele usar para sanar lesiones o esguinces, para eliminar tumores y cáncer de piel. La hipertermia consiste en aplicar calor hasta aumentar la temperatura de una zona específica a los 40 grados Celsius y se usa para tratamientos oncológicos.

¡CuriosaMente!

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